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Usuario:SeteBurgos

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SeteBurgos
Imagen tomada en un día de fiesta (qué bien lo pasé esa noche)
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Fecha de registro Puede ser que sea el 27 de agosto de 2008... o el 3 de diciembre de 2004 (no lo tengo claro)
No. de contribuciones Buuf. no me e parao a contarlas
No. de artículos creados uno... o ninguno (por ahora)
Obra Maestra Frases para no ir a trabajar en colaboración con un amigo
Artículo favorito Chic Norris o Jebi
Objetivo conseguir que Frases para no ir a trabajar se convierta en artículo frikipédico.
Notas Keo kestoi borrratxo

Hola IP anónima esta es mi página en la que he escrito una pequeña biografia de lo que ha sido mi vida hasta ahora porque me ha dado la gana.

BotonCalendario.png Este usuario lleva 16 años, 10 meses y 28 días en Frikipedia. ¡Y no ha encontrado aún la forma de salir de aquí!

Nota: todo lo escrito aquí es una gran mentira, excepto que nací en Valencia y tuve un amigo llamado Tobías, pero no era ciego... no, espera, eso también es falso. Tobías era producto de mi imaginación...


¿Por qué leer esto?

No lo sé, eres el que ha entrado aquí

Nacimiento y primeras ostias pasos

Yo nací en un lúgubre hospital de Valencia. Cuando salí de mi madre, la luz me cegó y no pude contemplar al médico diciéndole a mi madre las primeras palabras que escucharía en mi vida: "Lo siento, hicimos lo que pudimos, pero salió". Cuando mi madre le enseñó a mi padre el hijo que habían tenido, éste pusó cara de horror y corrió fuera de la habitación arrancándose el pelo. Más tarde (y con menos pelo), mi padre escusó su reacción diciendo que tenía una cara que "solo una madre podía querer", pero se equivocaba. Al parecer, mi madre tampoco me quería.

Cuando ya contaba con tres semanas de edad, me "escurrí" de los brazos de mi madre yendo a caer casualmente en el primero de los cincuenta y tres escalones de la escalera frente a la que casualmente se encontraba mi madre. Cuando mi madre bajó corriendo y con cara de ilusión para comprobar que seguía con vida y con unas lesiones en todo el cuerpo que me deformarían para toda la vida, torció el gesto y me miró con asco. A partir de ese día dejó de darme el pecho (que, hasta ese día, me daba con reticencias y obligada por mi padre) y comenzó a darme la espalda.

Primeros años

Mi infancia fue dura porque mi madre seguía gastándome bromas pesadas. Una vez tuvimos un disgusto cuando se fue la luz mientras me bañaban porque mi madre me dio como juguetes para la bañera la radio y la tostadora. Además, mi padre nunca quiso llevarme al circo, él decía: "Hijo, el que quiera verte que venga a casa"

Cuando fuí a mi primer día de colegio, el director al verme evacuó el centro temiendo una invasión de monstruos mutantes o algo por el estilo. Una vez se acostumbraron ligeramente a mi aspecto y me colocaron un cascabel al cuello para que no pudiera sorprenderlos (idea que entusiasmó a mis padres y que evitó las embarazosas situaciones que se vivían hasta entonces -la calvicie de mi padre iba en aumento-), la situación en el colegio fue casi normal. Incluso conseguí tener un amigo, se llamaba Tobías y era ciego de nacimiento (hoy en día tiene un importante cargo en la ONCE). Pero no todo fue bonito porque cuando jugábamos al escondite nadie me buscaba y me echaron largas broncas por llegar tarde a las clases, pero eso sí, las broncas por telefono.

La preadolescencia

Por aquellos años hacían un programa televisivo llamado "¡Ay, qué penita!" en el que cada día entrevistaban a un niño con alguna enfermedad y recaudaban dinero para ayudar a su familia. Mi madre vió entonces la oportunidad de que le fuera útil de alguna manera y llamó al programa para que me entrevistaran. Yo me puse muy contento poque el sueño de mi vida era ser actor de telenovela para estar rodeado de tias buenas que en la vida real huían gritando al verme. El programa aceptó y mandó a una reportera para que recaudara datos y fotos. Cuando me vió corrió al baño y comenzó a vomitar. Después de dos horas, finalmente salió con una toalla a modo de venda y con los brazos extendidos, cuando consiguió encontrar a mi madre (aunque en su empeño ya había roto dos jarrones y la colección de figuritas de porcelana de mi madre) le dijo que no podía entrevistarme porque necesitaban niños que dieran pena y no asco. A mí eso me pareció ofensivo, pero mi madre pareció comprenderla perfectamente y dejó que se marchara indicándole la salida. Así vi truncado mi sueño de ser actor de telenovela y mi madre el de renovarse el vestuario.

Con once años ingresé en el equipo de atletismo de mi barrio y conseguí muchas medallas gracias a mi gran velocidad adquirida a causa de que tengo el instinto de conservación muy desarrollado, ya que si no fuera así, alguno de los dementes con antorchas que durante toda mi vida me han acosado me habría alcanzado.

Adolescencia

Seguí ganando premios y trofeos como velocista hasta que conseguí, con solo quince años, llegar a las olimpiadas. Pero no llegué a competir. Cuando salió mi rostro por televisión, el Vaticano dijo que yo era obra del diablo y que me tenían que encerrar. Esto también me pareció ofensivo, pero al resto del mundo le pareció lógico así que me enviaron a una isla deshabitada y llena de animales salvajes, pero no tuve ningún problema con ellos porque cada vez que me acercaba a uno salía huyendo con el rabo entre las piernas y gimiendo.

En la isla construí una balsa con la que llegué al sur de Méjico, pero no tuve tiempo de explorar las ciudades porque una bolsa de tela me cubrió el rostro por la espalda y unas manos me arrastraron por un callejón, creo que me dieron un golpe en la cabeza porque solo recuerdo despertar atado a una silla de pies y manos y todavía con el saco en la cabeza que no me dejaba ver nada. Por lo que escuché, me pareció que eran dos secuestradores. Al cabo de dos horas, uno se me acercó y, con mucha grosería, me corto el meñique de la mano izquierda. Según entendí, los secuestradores lo mandaron a mis padres por Seur para pedir una recompensa, pero mi madre mandó otra carta exigiendo más pruebas. Ante tal respuesta, los secuestradores se enfadaron y decidieron mandar mi cabeza, pero, cuando me quitaron el saco, gritaron, salieron corriendo y abandonaron el edificio.

Permanecí dos días atado sin que nadie viniera a buscarme hasta que conseguí aflojar los nudos y salir de allí. Conseguí regresar a España para disgusto de mi madre que no me dirigió la palabra en un año.

Madurez

Después de esto, abandoné mi carrera como velocista y conseguí cumplir mis sueños en parte porque me conseguí meter en el mundillo de la televisión haciendo anuncios del "antes" en las comparativas de productos de belleza. Tampoco gané demasiado dinero con eso porque solo me contrataban las empresas con tratamientos de belleza radicales.

Con veinte años, al fin perdí la virginidad. Fue algo asqueroso porque ella exigió hacerlo con las luces apagadas, una venda en los ojos y dos condones (por si acaso), y, encima, no me dejaba besarla: decía que eso eran cincuenta euros más.

Cuando comprendí lo patética que era mi vida me dispuse a suicidarme, así que me subí al edificio más alto que encontré, y, estando allí, llegó un cura que había visto mi silueta desde la calle y quería ayudarme, pero lo único que se le ocurrió decir al verme fue: "Preparados, listos, ...". (No diréis que esto no era ofensivo...)

En ese instante tuve un momento de lucidez y comprendí lo mucho que ayudaría al mundo con mi muerte... así que decidí no suicidarme para poder seguir tocando los huevos.

Última voluntad

Si algún día muero (cosa poco probable), quiero que me incineren y que con mis cenizas fabriquen supositorios porque quiero seguir dando por culo después de muerto. Je, je.

--SeteBurgos 12:45 3 sep 2008 (UTC)

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